domingo, 13 de mayo de 2012

El maldito dogma

Con el paso del tiempo, el fútbol ha ido cogiendo cada vez más protagonismo en la sociedad, hasta tal punto, que se ha convertido en la primera elección de las personas para evadirse del mundo tan frenético en que vivimos. El contexto que nos toca vivir, quizá no es el más apropiado para crear aún más alarma social, y la mejor manera de evitar que las personas se preocupen, es dándoles un sustitutivo que logre salvaguardar, al menos moralmente, las necesidades acaecidas por la crisis económica.

El balompié es algo que apasiona a miles de millones de personas en el planeta, de ello se aprovechan los medios, para crear un mundo paralelo, en el que este deporte se convierte en religión y, por tanto, se dogmatiza algo tan simple como un juego. Los canales de televisión y radio, la prensa escrita tanto en papel como digital, tienen la culpa, sí, pero el aficionado es quien más culpable debe sentirse si esto alguna vez pasa de castaño a oscuro.

Volviendo al tema en sí, es fácilmente comprobable que a la gente lo que realmente le gusta es la carnaza, no se mira si el delantero de tu equipo ha marcado un gol que le ha dado los tres puntos, ahora se ve si el entrenador le ha dicho a un aficionado que no haga el tonto con la chaqueta que hace frío. La seriedad brilla por su ausencia. Analizar un partido ya no se trata de comprobar cómo ha salido un conjunto a nivel esquemático, ahora se mira si el capitán ha entrado al campo primero con la pierna izquierda, o el vídeo de motivación que ha puesto el entrenador para que el equipo salga animado a jugar.

Si hay estereotipos de esta situación, los podemos encontrar fácilmente en los porgramas diarios que acaban y comienzan el día durante toda la semana en cadenas de segunda, pero que ven en este tipo de espectáculos grotescos su mayor baza para captar audiencia (todos sabemos de quién hablamos). En estos "debates" (luchas de a ver quién grita más), se evidencia perfectamente en lo que se ha convertido esto.

Bielsa, Guardiola, Mourinho, quizá ellos no busquen que se les persiga, ojee o mire, pero se están convirtiendo, si no lo han hecho ya, en dioses que no tiene nada que ver con el deporte. Se sigue su estilo de vida, de trabajo, se han montado auténticos fenómenos fan a su alrededor. De verdad, seamos serios, o el maldito dogma se comerá las raíces de lo que verdaderamente es el deporte. 

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